Norma García: Entre pas de deux y la vocación de enseñar

La cubana residente en el país es tres veces quinceañera en la danza clásica.

Cuando abre las puertas de su casa y academia, ignoro que mi fustrado intento en la danza ahondará más el lamento. La mujer delgada y menuda pero de estatura artística enorme que me recibe revela un inmenso e intenso recorrido vital, gracias al ballet. No vino a República Dominicana a ser una estrella; ya lo era. Premios, ya los tenía.

Norma García, graduada en la Universidad de Arte de Cuba Summa cum Laude, dejó un contrato con una universidad argentina para asumir la dirección de danza en el Instituto de Cultura y Arte (ICA) un proyecto concebido por el desaparecido obispo Roque Adames. Su contrato, de tres años, se extendió uno más. Ahí empieza el proyecto que hace 15 años la mantiene creando y enseñando: Ballet Clásico Santiago.

Ella viene de la férrea y legendaria tradición del Ballet Nacional de Cuba, donde la sombra y el cuerpo de Alicia Alonso permean con su calidad y brillo, todas las danzas presentadas. García tiene impregnado en su ser esa gallardía y elegancia que el ballet y sus esfuerzos esculpen en los que aman este arte.

La crítica al carnaval, la volvió diana de dardos venenosos. Pero ella se explica y con toda la razón: “subían el carnaval al escenario, y el carnaval es de la calle. Fui jurado el año pasado de la Gala de Carnaval y fue muy satisfactorio ver que volvía a sus espacios: ver a Raudy como robalagallina, con el monumento de fondo…”

Ahora solo dirige, crea, manda. “Es más satisfactorio dirigir”, confiesa, porque se puede apreciar el resultado de lo que se crea. Como apreció su directora la vez que luego de sentir que no tenía el personaje aún, con la luna llena a la espalda, pocas luces y la tarima delante del mar, ella al fin se apropió del personaje.

Publicada en febrero de 2011.
No me quedé en República Dominicana por las circunstancias cubanas, sino porque creí en el proyecto del ICA.

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