La ilegalidad de una noche en Sans Soucí

Me están prohibidas por ley las noches de mar y lejanías. Tengo prohibido por igual estar de pie más de lo preciso. Pero por una noche de reggae y lluvia, desafié la carta magna de mi existencia. Esperé la medianoche para bajar tensiones y dejarme seducir por las rimas cómplices que han acompañado mis mañanas y tensiones laborales; mis sábados individuales. Estuve ahí cuando llovía el cielo mientras coreábamos los frutos de la tierra, y la multitud rompía los hielos del miedo y los deseos. Nos atrevimos a compartir conciencia. Cruzamos el Ozama. Yo no quise perderme esta vez el concierto de Cultura. Y no hay que especificar de qué clase de cultura hablamos, porque esto es como la Embajada, el Profesor o el Doctor. Entre dominicanos nos entendemos. Entre caribeños e isleños, nos comprendemos también.

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