Amar o morir

De sentencia, o al menos una frase de efectos lapidantes. Eso fue lo que me quedó en la mente después del concierto de Danny Rivera en Arte Vivo el viernes por la noche. Y eso de que el amor es sueño errante del que nunca quisiéramos despertar.

Amar o morir. Opciones que acostumbramos a esgrimir antes, durante y después del vino mejor entre los baratos, en una esquina emblemática, en el cuarto de los amantes que se quieren y no se pueden olvidar.

Amar o morir.

Ahora hago una pausa en mi disquisición riverística para decir que hacen falta al menos dos arte vivo por semestre. Porque el año se hace muy triste sin la fiesta de la cultura. Para los santiagueros orgullosos de este lado del país que habla con la í, la calle Benito Monción debería ser peatonal. Casa de Arte debería ser un verdadero centro de reunión cultural, una fiesta perenne, un canto constante y un arte viviente cada día. Pongámonos de acuerdo que el arte viva no solo en primavera, no solo en festivales de medio tiempo, sino todo el año.

Volviendo a lo de Danny, si las opciones son amar o morir, está equivocado. Amar no es una opción, es un destino del cual nadie, ni siquiera el más optimista de los ignorantes puede obviar.

Mientras se ama, el sueño va galopando sin rumbo (definición de errante) y yo no tengo ninguna prisa por despertar.

Buenas noches.

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