El silencio no es suficiente

No es suficiente con callarse, dejar de teclear y publicar en línea. El silencio no ayuda, no basta. Las palabras deben olvidarse, las letras dejar de unirse. Solo debe quedar y emerger de la bruma silenciosa el gesto, la mirada. Quedarnos con la mano tibia, el abrazo cercano y fuerte. Para el adiós, solo debe quedar eso: la mano abierta ondeando la partida. En la bienvenida, el milagro de encontrarse por todas las veces. La voz, la oración escrita, deben unir y estrechar, acercarnos. Y si la división asoma, si la paz ve romper sus lazos, entonces debe reinar el silencio. El silencio imponer su ley. Y que aprendamos a mirar, sentir, ver, escuchar, tocar. Y olvidar la prepotencia absurda del discurso, la galantería de saber decir, que no nos sirve de nada si no sabemos hacer.

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