Alivio de entrega

Y esto nada tiene que ver con el amor y otras demencias, sino con la gran tranquilidad que se siente cuando luego de corregir y corregir y editar y releer y volver a leer y que otros a su vez hagan lo mismo, haces entrega de los borradores finales de un libro. El libro de cuentos ya está en poder estatal, como decía en el post anterior. Y un pequeño volumen de poesía está en las quinielas de un concurso. Se siente un alivio como de parto cuando se entregan libros. Incluso aun más, es saber que ese niño que acunaste es un adulto crecido y que lo que pase con él ya no es tu responsabilidad, su éxito o fracaso dependen de él mismo. Si llega a la meta, lo celebras. Si fracasa, estarás ahí para él.

Y así, aliviada por la entrega, una puede dedicarse a tareas más gratificantes, a vivir.

Comentarios

Yalo ha dicho que…
Lindo...
:-)
Y.
Daniela Cruz Gil ha dicho que…
Gracias Yalo! Un beso.

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