Rosas sin vinagre de Sabina

Tal vez lo hubo, pero no lo sentí jamás. El vinagre prometido en afiches, boletas y notas de prensa no apareció. Todo fue rosas, con sus espinas y hojas. Pero rosas. Con Magdalena de medias negras y princesas en busca de otro perro que les ladre. Ese chico hecho mayor que salió de Úbeda hace unas décadas se entregó por dos horas y veinte minutos, en tres tiempos. Recordamos a Chavela Vargas en el boulevard aquel, el tiramisú de limón estuvo en su punto. Todos, todas, niños y niñas, ancianos de hoy, jóvenes de ayer, nos levantamos para aplaudir las más de 500 noches que le esperamos para cantar y escucharle, para verle improvisar sus bailes, para sentir en el corazón sus versos. Sabina cantó en la Arena del Cibao. Nos dieron las diez y las once, las doce y ...lanzó el sombrero, para evitar que la luna no nos sorprendiera en el amanecer.

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