Cristian Tiburcio: Vivir del arte, vivir los sueños


El artista tras la Casa Museo Tiburcio, espacio particular del arte en Bonao.
Pocas palabras, pero puntuales las de Cristian cuando responde. Antes de sentarnos junto a la ventana, el paseo obligado sobre la edificación de dos niveles que, ha pasado de ser refugio familiar al punto que atrae visitas y miradas curiosas. “Yo no podría vivir una vida minimalista”, asegura. Y le creemos solo con mirar la escalera azul.
Empezamos hablando de él, de su formación artística, de sus influencias, su trayectoria. Pero en un punto de la conversación no muy lejano del inicio, pasamos a conversar de la casa. El escenario de la entrevista se transformó en el eje de la reunión, como hacen los niños cuando se reciben visitas. Porque resulta imposible hablar de Cristian Tiburcio sin mencionar su casa museo y viceversa.
“Todavía no está terminada” advierte el discípulo del maestro Bidó, el estudiante que llegaba antes de clases y se iba después. El mismo que no ha salido de la villa de hortensias y lluvias para lograr esa casa de colores y texturas que soñaba desde niño y en la que ya lleva invertidos 15 años de su vida, con la complicidad de su familia, sus amigos y la Fundación Falcondo.
El ceramista y escultor no ha parado de crear, ya que del arte vive y sueña. Despierta cada día con los pisos coloridos de la gente común convertidos en siluetas, llenando muros, interviniendo electrodomésticos… El patio se convertirá en el Parque Azul y albergará obras de otros artistas y la casa se convertirá en un centro de arte. El proyecto de su vida, su gran obra, dedicada a su maestro y mentor.

“Lo complicado es vivir del arte… eso es lo complicado. Pero es parte del sueño que yo pueda ganarme cada centavo con el que se construye esta casa.”

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