San Antonio Negro y legendario

A estas horas, el pasado domingo 9, San Antonio negro se había juntado con San Antonio blanco a la entrada de la casa de los hermanos Guillén en Yamasá. Una tradición que lejos de abandonarse, se reafirma y evoluciona. Como en cualquier actividad del siglo XXI, las salves, palos de atabal, merengues y devociones se mezclan con intrusas cámaras fotográficas que violan la solemnidad de la procesión, de celulares que lo graban todo... Pero los cofrades, el rey y la reina, el cortejo, se mantienen profundamente conectados con la esencia de la festividad. El patio se llena de gente, de comida, de bebida, de turistas de la cultura, de curiosos: pero sobre todo devotos y devotas, que cada año se unen a los rituales truene, ventee o llueva, como esta vez. La música no se acaba, la gente no cesa de llegar, la alegría popular no decrece. Y las niñas, los niños, adolescentes están ahí, vestidos de blanco, danzando, cantando, repitiendo una y otra vez lo que sus padres hacen. Lo que luego enseñarán a su vez.

Comentarios

Víctor Manuel Ramos ha dicho que…
Muy bien contada la procesión y en pocas palabras. La modernidad corrompiéndolo todo.
Daniela Cruz Gil ha dicho que…
Gracias Victor. Me impactó mucho la irrupción tecnológica en la procesión.

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