Ares poético VIII
Hay golpes silenciosos. Parecerían cegar de una sola vez cada oído, cada poro sediento.
Por los golpes así.
Desahogo a la humedad
Soy siempre humedad. Clara y simple, espesa y completa. El agua que me recorre siempre, que va y viene del mar, que sube y baja en mi cuerpo, que siembra y cosecha en tus manos. Lluvia que solo mana de mi vientre, que solo se une con tu elevación sorprendida. Vino blanco envejecido por segundos tuyos, memoria de tempestades venidas y por venir, creación exacta de un solo deseo, invención de tu sed agotada por mis rincones oscuros y transparentes. Saliva escurriendo por esa sonrisa vertical y dulce que te muestro. Pura agua deshaciendo mi estatura sobre tus huesos. Solo agua soy, si está en mí la imagen erecta de tu nombre, la evocación gozosa de tu muerte mía.
Por los golpes así.
Desahogo a la humedad
Soy siempre humedad. Clara y simple, espesa y completa. El agua que me recorre siempre, que va y viene del mar, que sube y baja en mi cuerpo, que siembra y cosecha en tus manos. Lluvia que solo mana de mi vientre, que solo se une con tu elevación sorprendida. Vino blanco envejecido por segundos tuyos, memoria de tempestades venidas y por venir, creación exacta de un solo deseo, invención de tu sed agotada por mis rincones oscuros y transparentes. Saliva escurriendo por esa sonrisa vertical y dulce que te muestro. Pura agua deshaciendo mi estatura sobre tus huesos. Solo agua soy, si está en mí la imagen erecta de tu nombre, la evocación gozosa de tu muerte mía.
Comentarios
¿Podría olvidar la copa y traerme la botella entera?
Excelente poema, se me puso la piel de gallina leyéndolo,
Besos por acá,
Mozo: De hecho, para evitarle el viaje, tráigase dos botellas.
Gracias Avalon por hacer esquina y leer.